Honest John Plain: una actualidad joven, una vigencia permanente (Foto: ©Anitta Ramone) |
“Qué lindo es el rock’n’roll”. Parece el título de una canción de uno de esos grupos de kermesse, o de un festival de baile de un club barrial de los 70 pero, así y todo, con el rigor del peso de la simplicidad que amerita, la frase soltada por uno de los asistentes que colmó el Salón Pueyrredón para ver a Honest John Plain el sábado pasado acaba siendo la mejor declaración de principios para un show que cumplió a rajatabla con lo que se esperaba. No importó el horario. Plain había largado su concierto promediando las 2 AM palermitanas del día siguiente (antes habían pasado por el escenario los teloneros She-Ra, Angel Voodoo, Los Mareados y Starpunks, quienes calentaron el terreno apropiadamente) y el clima que se respiraba desde el vamos presagiaba una velada que prometía resultar encantadora.
Y sí, HJ cada tanto tiene los blues. Y los oranges y los purples y los yellows también (Foto: ©Anitta Ramone) |
TEMA VA, TEMA VIENE, LOS MUCHACHOS SE ENTRETIENEN. Lo que siguió fue un repaso detallado por la extensa carrera de Plain, basada principalmente en el catálogo de The Boys, con “Monotony” y “Scrubber” del álbum “Boys Only”, 1980, a los que se les agregaron “U.S.I.”, el recordado hit “Brickfield Nights” y “T.C.P.” (las tres grabadas en “Alternative Chartbusters”, segundo disco de la banda), “Kamikaze” y “Terminal Love” de “To Hell With The Boys” (1979), y aún tres más del álbum debut de la banda de 1977 comandadas por “I Don’t Care” (primer single del grupo), “Sick On You” (que inauguraba el LP) y “First Time”, que fue parte de los bises, cerrando el concierto.
HJ rockeándola en el Salón junto a lo’ Pibe’ (©Gux Ramone) |
VAMOS LOS PIBES. Y si una auténtica obra de arte no está solamente determinada por el lienzo, sino también por el marco, seguramente la performance general del show no hubiera resultado tan buena sin la presencia del trío que lo secundó en escena, que para la ocasión recibió el título de “The Pibes” y que formó con Juan Papponetti (ex-Katarro Vandaliko, ahora en Traje Desastre) en guitarra y coros, Arnold Rock (ex-Tukera, hoy en Doble Fuerza) en bajo y coros, y Alejo Porcellana (ex-Shaila, hoy en día en Mamushkas) a la batería, los mismos que lo acompañaron a lo largo de las dos jornadas previas a la presentación en el Salón Pueyrredón, que tuvieron lugar en Tandil y Mar Del Plata. Tres shows seguidos en tres ciudades distintas a lo largo de tres días no está nada mal, y con apenas alguna que otra señal de cansancio para el hombre que hace 2 años casi pierde la vida por un desliz del destino. Por el resto, fue una noche inolvidable con un recinto colmado y con el deseo en común de ver a una leyenda viviente del rock frente a sus narices. En estado de pura efervescencia, a la hora correcta, con el clima indicado, y con la promesa que indica que en noviembre retornará una vez más al país con -ahora sí, los más mayorcitos- The Boys. O con los pibes originales… Al menos para la ocasión, las noches de Brickfield cambiaron de nombre para convertirse en argentinas y más precisamente aún en la del pasado sábado en Buenos Aires. Que se repita todas las veces que sea posible, rock mediante.
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