Publicado en Revista Madhouse el 7 de mayo de 2017
Corría la primavera boreal de 1965 y los Rolling Stones estaban de gira por los Estados Unidos. Aquella noche del 7 de mayo la banda se alojaba en el motel Gulf, en Clearwater, estado de Florida, tras su concierto del día anterior en el Jack Russell Stadium de la misma ciudad. Algunas horas después, al levantarse, lo primero que notó Keith Richards, uno de los dos guitarristas de la banda, fue que la cinta de su grabador portátil se había acabado. Y que su guitarra reposaba sobre la cama en la que había dormido. Richards no recordó haber usado el grabador en ningún momento durante aquella noche, por lo que, preso de la curiosidad, se dispuso a escuchar lo que allí había. “Me desperté en medio de la noche”, declararía más tarde. “Cerca de mi cama había un grabador y mi guitarra acústica. A la mañana siguiente, cuando me desperté, vi que la cinta del cassette había seguido corriendo hasta terminarse. Entonces la rebobiné, y me encontré con algo así como 30 segundos de da-da da-da-da…Y también se puede escuchar el ruido de cuando dejo la púa sobre la mesa de luz. En cuanto al resto de la cinta, se trata de mí roncando”.
Richards pudo no haber recordado el instante en que se despertó en medio de la noche con una melodía en su cabeza, ni mucho menos haber tomado su guitarra para luego apretar el botón de record y registrar un riff de nueve notas, antes de volver a dormirse, que iba a hacer historia. Pero las semillas de “(I Can’t Get No) Satisfaction” ya estaban plantadas. Tras el descubrimiento, Richards salió a buscar a Mick Jagger, quien estaba retozando junto a la pileta del hotel y que instantáneamente se puso a escribir la letra para la canción de insatisfacción que su compañero de banda había plasmado unas horas antes, la misma que catapultaría a los Stones al megaestrellato definitivo. Y cuyo mensaje se consagraría como uno de los más simbólicos de esa década, acaso con perfecta vigencia hasta nuestros días.
Los renegados de Dartford (bueno, los Stones) junto a su manager Andrew Loog Oldham en los estudios RCA de Hollywood, 1965 |
Hasta ese entonces los Stones habían logrado meter solamente dos éxitos en el Top Ten de la mano de “Time Is On My Side” y “The Last Time” pero, en comparación con los logros obtenidos por otras bandas de la llamada British Invasion (claramente comandada por los Beatles), y con apenas un par de años de carrera, la banda necesitaba una canción que los lleve a la cima. Muy paradójicamente, a Richards ni se le había cruzado por la cabeza que aquella melodía sonámbula era exactamente lo que los Stones estaban necesitando. “Jamás pensé que fuera lo suficientemente comercial como para convertirse en single”, le confesó al autor Philip Norman para su libro “Sympathy For The Devil”. De hecho, como más tarde apuntaría Bill Wyman, el bajista original del grupo, Richards la consideraba “una canción más, de las tantas que podían servir de relleno en algún álbum”.
A lo largo de esa gira americana de 1965 los Stones acostumbraban a pasearse por diversos estudios de grabación para matricular sus ideas, por lo que el 10 de mayo, apenas tres días después de la inspirada noche de su guitarrista rítmico, anclaron en los legendarios estudios Chess de la ciudad de Chicago, los mismos donde parte de sus ídolos musicales favoritos (Chuck Berry, Muddy Waters, Bo Diddley, etc.) registraron sus canciones más representativas. Allí, secundados por su manager y productor original Andrew Loog Oldham, los Stones lograron una primera versión de la canción, que incluía a Brian Jones (el por entonces segundo guitarrista del grupo, fallecido en 1969) en armónica, volviéndola a grabar dos días después en los estudios RCA de Hollywood, no sólo con un ritmo diferente, sino con una particularidad sonora que sería el sello emblema del sonido del cuerpo principal de “Satisfaction”, cuando Richards experimentó con agregarle a su guitarra el sonido de la Gibson Maestro Fuzzbox , la caja de efecto fuzz o “fuzz-tone”, que permitió aquel sonido característico que se asemejaba al de un saxo, y que también contó con la participación del músico y arreglador Jack Nitzsche en pandereta y piano. De hecho, una vez concluida la grabación, Richards, no conforme con el resultado obtenido, deslizó la posibilidad de grabar una tercera versión con una auténtica sección de vientos, pero fue vetada por el resto de los miembros del grupo y principalmente por David Hassinger, el ingeniero de sonido que estuvo en la sesión.
Bastante se ha rumoreado sobre lo que llevó a Richards a obtener la inspiración necesaria cuando se le ocurrió la melodía de la canción, teniendo en cuenta que la banda estaba influenciada por un amplio rango musical, pero el guitarrista nunca dejó de citar la música del combo femenino Martha And The Vandellas y su éxito del año anterior “Dancing In The Street” (de la cual resulta imposible disociar su clima con el de “Satisfaction”), o de “Nowhere To Run”, como así también de otros elementos sonoros de aquellos tiempos provenientes de la gloriosa compañía grabadora Motown Records. Y si la inconfundible propuesta melódica de la canción cimentaría para los Stones una carrera de más de medio siglo con muchísimas otras grandes composiciones, cuando hasta aquel momento sólo proponía un bacanal de buen ritmo, la trompada final llegaría de la mano de su atrevida letra, que si bien hoy día puede resultar poco controvertida para los tiempos que corren, en aquel momento no dudó en levantar más de una ceja.
Keith & Mick, manufacturando el single más emblemático de la carrera de los Stones |
El escándalo que trajo aparejado la letra de “Satisfaction” pudo haberle venido de perillas al manager de la banda Andrew Loog Oldham (que desde el vamos se esmeró en publicitar a los Stones como los “anti-Beatles”, y con maravillosos resultados), pero la estrofa de una canción que aludía al rechazo de una mujer de una propuesta sexual por haberse encontrado menstruando -y que, adicionalmente, un enorme número de oyentes creyó se refería a la masturbación, o mínimamente, a la insatisfacción sexual- generó una colosal repercusión. Y siguiendo lo establecido por aquella máxima que dice que “la mala prensa es buena prensa”, el plan de Oldham, entonces, apenas tres meses después que los Beatles cantaran “me dijo que el vivir conmigo la deprimía”, se cumplió a rajatabla.
“(I Can’t Get No) Satisfaction” terminó editándose primeramente en los Estados Unidos un 6 de junio de 1965, con “The Under-Assistant West Coast Promotion Man” en la cara B (ambas canciones formarían parte del futuro álbum del grupo “Out Of Our Heads”, que saldría a la venta al mes siguiente). La versión británica del single de la canción, mientras tanto, se lanzaría algo más de dos meses más tarde, el 20 de agosto, y acompañada por “The Spider And The Fly”.
Jagger se referiría a “Satisfaction” como “la canción que realmente creó a los Rolling Stones, la que nos llevó de ser ‘un grupo más’ a una banda gigante. Tiene un título y un riff muy pegadizos. Y un gran sonido de guitarra, que fue muy original para esos días. Y captura el espíritu de aquellos tiempos, lo cual es muy importante en ese tipo de canciones: la alienación”.
Cuatro años más tarde del lanzamiento de “Satisfaction”, durante una conferencia de prensa de los Stones en New York en 1969, indagado sobre “si finalmente ya se sentía más satisfecho”, la primera respuesta de Jagger fue con una pregunta: “¿Ud. dice financieramente, sexualmente o filosóficamente?”. A lo que la periodista replicó: “Satisfecho financieramente y filosóficamente…”. Jagger no titubeó al responder: “Financieramente, insatisfecho. Sexualmente, satisfecho. Filosóficamente, intentándolo”.
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