Publicado en Revista Madhouse el 20 de julio de 2017
Si los epitafios rindieran auténtico honor a la vida y obra de quienes homenajean, si se refirieran a los hechos que marcaron la vida de éstos de manera fiel e innegable y al pie de la letra, la lápida que descansa sobre la tumba de Huddie William Ledbetter, enclavada en el suelo firme del cementerio de la iglesia de Shiloh, en las afueras de Shreveport, Louisiana, debería rezar algo así como “Aquí yace Leadbelly, Cantante, Guitarrista, Compositor y Asesino, 1885-1949” Teniendo en cuenta que quizás no hubiera resultado la descripción más indicada para acompañar a una tumba que, finalmente, descansa junto a un templo bautista, la inscripción “Una leyenda de Louisiana, Rey de las Doce Cuerdas” seguramente resultó más oportuna al momento de describir al más emblemático cantante y músico negro de folk americano de la historia.
Pero también la del hombre que asesinó a un tipo (en dos ocasiones, a falta de una), terminando en la cárcel por ello, para luego salir a pedir disculpas por sus actos en una canción, también en dos oportunidades. Eventualmente, la historia misma de Leadbelly, y paradójicamente, la crónica de quien también lograría convertirse en el artista más venerado entre los académicos blancos adeptos a un género musical que históricamente estuvo más asociado a ambos músicos y audiencias blancas. Nacido un 21 o un 29 de enero de 1885 o de 1888 o de 1889 (lo que jamás fue confirmado, y no es que importe mucho realmente) en la plantación Jeter de los alrededores de Mooringsport, en un territorio de pantanos del noroeste rural de Louisiana, cerca de la frontera con Texas, hijo único (se dice que tuvo cuatro hermanos) de un agricultor negro sometido por el terrateniente de ocasión y de una madre de ascendencia medio-india, en sus más de 60 años de existencia Huddie Ledbetter vivió básicamente dos vidas. La inicial, como alma errante, campesino, cantante de blues y prisionero en el sur rural estadounidense, herencia de su sufrida infancia, y una segunda como renombrado artista de folk, ya sea en estudios o sobre los escenarios, en el noreste urbano de su país de origen.
En su libro “The Life And Legend Of Leadbelly”, originalmente publicado en 1992, los autores Charles Wolfe y Kip Lornell han descubierto tanta información como les fue posible sobre los indocumentados primeros años del artista, un desafío que parecía imposible de lograr a más de un siglo de su nacimiento. Por aquellos años, Wolfe y Lornell habían realizado una profunda búsqueda a través de toda el área natal de Leadbelly y sus alrededores, rastreando a diestra y siniestra todo posible detalle inédito hasta ese momento, o bien completamente desconocido, hasta lograr plasmar su verdaderos orígenes, en el que seguramente fue el aporte más fundamental a una biografía que, si bien para entonces se encontraba bien documentada, aún carecía de los datos que, a lo largo de una extenuante tarea de investigación, ambos autores lograron plasmar como nunca antes se había conseguido.
EL CORAZÓN MIRANDO AL SUR. Leadbelly (o Lead Belly, “panza de plomo”, como el mismo Ledbetter había optado por bautizarse por entonces) divagó a través del Deep South estadounidense, el así llamado ‘Sur Profundo’, históricamente representado por los estados de Carolina del Sur, Alabama, Mississippi, Georgia, Luisiana y Florida) desde los 16 años de edad, durante los tiempos de la Gran Depresión, absorbiendo un extenso repertorio de estilos y canciones –básicamente blues, canciones de cowboy y baladas de folk, o negro spirituals– al mismo tiempo que se desempeñaba como agricultor, o bien en su rol de sharecropper (aparcero), esto es, el agricultor que le paga la renta a su terrateniente mediante la ganancia obtenida al explotar la tierra que le fue brindada. Tras haber aprendido a tocar guitarra y acordeón desde muy temprana edad, fue para esos días que Leadbelly causó el primero de sus escándalos (lo que podría considerarse apenas un pormenor, en comparación a los hechos que marcarían su vida posteriormente) al tener su primer hijo a los 15 años de edad, y por si todo esto fuera poco un segundo vástago el siguiente año, situación que lo llevó, con prácticamente la sociedad entera de Mooringsport en su contra, a abandonar su hogar de origen, trasladándose a la ciudad de Shreveport para ganarse la vida como trovador callejero y continuar su periplo tejano en Fort Worth, llegando incluso a convertirse en lead boy (guía, protegido y compañero) del gran Blind Lemon Jefferson, uno de los más destacados e influyentes cantantes y guitarristas de blues rural de la década del ’20, y junto a quien aprendería a dominar la guitarra de doce cuerdas, que más tarde le valdría su legendario mote como “rey” de ese instrumento.
Para entonces su temperamento volátil lo había llevado a ganarse más de un problema con las autoridades y fue entonces que en 1915, tras ser acusado de golpear brutalmente a un hombre y portar una pistola, que fue sentenciado a cumplir condena como miembro de un chain gang (grupo de prisioneros que comparten la misma cadena) en el condado de Harrison, estado de Mississippi, del cual logró huir exitosamente para acabar refugiándose en el campo de trabajo de sus padres en su Mooringsport natal. Papá y mamá Ledbetter, no conformes con el comportamiento de su hijo, decidieron enviarlo a New Orleans, ciudad donde, con la intención de evitar ser recapturado y pasar lo más desapercibido posible, adoptó el seudónimo de Walter Boyd, mientras continuaba alimentando su fama de mujeriego empedernido, acompañándose por un séquito incalculable de féminas que asimismo le brindaban protección y sellaban su ansiado anonimato, al mismo tiempo que se jactaba de su dotes de amante incondicional, y ostentosamente declarando que podía cumplir tranquilamente con sus obligaciones amatorias con hasta ocho mujeres por noche. Inevitablemente sus problemas con la ley se harían presentes en una nueva ocasión, y a comienzos de 1918 debió ser encarcelado por segunda vez, cuando munido de un cuchillo y una pistola no titubeó al momento de ajusticiar al esposo de su prima, un tal Will Stafford, tras una pelea que tuvo lugar durante un viaje conjunto. Si bien Leadbelly mantuvo firmemente su inocencia, terminó siendo acusado de asesinato y sentenciado a 30 años de trabajo duro en los campos de la granja Shaw State, en Texas. Aún bajo el seudónimo de Boyd, Leadbelly cumplió con siete años de la condena y, tras escapar de la prisión, intentó ahogarse en un lago, pero fue nuevamente aprehendido y llevado a la penitenciaría de la ciudad de Dallas. De regreso tras las rejas, Ledbetter consiguió exitosamente ingresar una guitarra de contrabando al presidio, con la cual pasó la mayor parte de su tiempo libre cantando canciones para los guardias y demás prisioneros del penal, a quienes terminó encandilando con sus baladas folk y su encantador registro tenor al ejecutarlas. Tanto o más que a Pat Morris Neff, por entonces el mismísimo gobernador del estado de Texas, quien sorprendido por los rumores que apuntaban la fama que Leadbelly había logrado en prisión, no dudó en irlo a visitar. Una vez allí, maravillado por el talento del músico, terminó invitando a su familia entera y grupos de amigos a futuras visitas a la penitenciaría para juntos disfrutar del espectáculo del “cantante que dominaba la guitarra de doce cuerdas”. Oportunamente, a seis años de haber cumplido su condena, Leadbelly no tuvo mejor idea que escribirle una canción al gobernador en donde le clamaba perdón. Un Neff conmovido, que además de ser un hombre muy religioso no pudo evitar tener en cuenta el buen comportamiento de Leadbelly tras las rejas, situación reforzada por la devoción de sus compañeros y guardias de cárcel, finalmente lo liberó. La canciónse titulaba “Please Pardon Me” (“Por favor perdóneme”)
UN NUEVO TROPIEZO. Inevitablemente la novela negra de Huddie Ledbetter sumaría un nuevo capítulo tras aquel final feliz del la temporada anterior, y cinco años más tarde, tras otra reyerta en la cual insistió que seis hombres habían intentado robar sus provisiones de whisky, Leadbelly acabó hiriendo gravemente de arma blanca a uno de los hombres, infligiéndole severos daños cerebrales, hecho por el que fue imputado por intento de homicidio y confinado a cumplir una condena de 10 años en Angola, la prisión estatal del estado de Louisiana. Sus esfuerzos de rebajar la acusación a la que fue sometido resultaron en vano, y una vez que las autoridades supieron del encarcelamiento previo que había cumplido, se le quitó toda posibilidad de liberación temprana. Por aquellos días Ledbetter ya había ganado el apodo que lo perpetuaría a través de la historia, cuando sus compañeros de celda sellaron su seudónimo definitivo en una suerte de combinación entre las tres primeras letras de su apellido y un homenaje a su fortaleza física y los avatares de la convivencia en las cárceles (“Lead belly”, o “panza de plomo”).
John Avery Lomax |
Si bien Leadbelly mantuvo que su nueva excarcelación -aún cuando meramente había cumplido el tiempo mínimo de su condena- también había tenido que ver con lograr conmover al gobernador de Louisiana Oscar K. Allen (como indiscutiblemente lo había logrado años atrás con el estimado Neff en Texas), lo cierto es que obtuvo su libertad tras pagar una fianza de bajo costo. Asimismo un oficial de la prisión negaría que la liberación de Leadbelly hubiese tenido algo que ver con el hecho. Endulzamientos aparte, en cualquiera de sus versiones el hecho marcaría inexorablemente el punto de despegue de Huddie Ledbetter a su carrera artística como tal, más exactamente a partir del instante en que Lomax lo presentó a las audiencias de EE.UU. de los 30 y los 40 a través de sus diversos escritos y grabaciones para la Biblioteca del Congreso.
Alan Lomax |
De vuelta al ruedo, Leadbelly se mudaría al estado de Connecticut para matrimonio con una tal Martha Promise (el apellido de la novia no podía haber sonado más peculiar a esta altura de las circunstancias), a quien había conocido originalmente en sus años en Louisiana, y cuya ceremonia de casamiento les valió una gran publicidad en los medios locales. Adicionalmente Leadbelly comenzó a grabar para la ARC (American Record Corporation) y una vez más para la Biblioteca del Congreso, pero las ventas de sus discos fueron extremadamente pobres, y su nueva apuesta al estrellato pasó sin pena ni gloria. En rigor, la ARC solamente había editado cinco canciones de las cuarenta que Ledbetter había registrado originalmente, además insistiéndole en que grabara únicamente canciones de blues, en lugar de las canciones de folk que le habían valido, hasta no mucho tiempo antes, una sorpresiva fama a nivel nacional. Leadbelly volvió a ser puesto tras las rejas en 1939, esta vez en la prisión de Riker’s Island, tras atacar a un hombre y acuchillarlo en dieciséis oportunidades, para cumplir una condena de un año. Acusado de “ataque en tercer grado” y con 51 años de edad, su tour penitenciario parecía no tener fin. Fue nuevamente puesto en libertad luego de cumplir ocho meses, cuando retornó a New York para encontrarse con una comunidad folk local que crecía a pasos agigantados, como nunca antes había sucedido, y en la que, en un nuevo esfuerzo, intentó establecerse como un auténtico artista profesional, logrando una cálida bienvenida de los militantes de izquierda afectos al estilo, para eventualmente codearse con artistas de la talla de Woody Guthrie y Pete Seeger, o músicos de blues como Sonny Terry, Brownie McGhee y Josh White, quienes para entonces formaban parte de agrupaciones folk como People’s Songs o The Almanaque Singers, que reivindicaban la lucha obrera. De esa forma, Leadbelly se subió al escenario en actos políticos y sindicatos, ganándose el afecto del público con letras de canciones como las de “Bourgeois Blues” o “Scottsboro Boys”, de neto corte de protesta. Fue también para esa época cuando plasmó sus primeras grabaciones para Capitol Records y RCA Victor. Su alto timbre vocal y su estilo percusivo a la hora de ejecutar la guitarra le valieron el título de “rey de la guitarra de doce cuerdas”.
Leadbelly y su esposa Martha Promise |
LOS ACORDES FINALES. Pero su nuevo intento de estabilizarse profesionalmente se vio nuevamente malogrado cuando en 1949 su salud comenzó a deteriorarse sistemáticamente. Leadbelly pudo haber resistido un número de procesos legales incontables, cuatro encarcelamientos, maltratos y penurias de todos los colores imaginables, glorias y fracasos meteóricos, pero el “rey de las doce cuerdas” no pudo librar la batalla contra el mal de Lou Gerhig (o esclerosis lateral amiotrófica), enfermedad degenerativa neuromuscular que le fue diagnosticada mientras se encontraba de gira por Francia ese mismo año. Lidiando infructuosamente con los trastornos diarios de su nueva afección, y con sus piernas adormecidas, Leadbelly debió dejar su nuevos anhelos de fama de lado -había sido uno de los primeros artistas de folk y blues en lograr fama en Europa- y obligado por las circunstancias que lo aquejaban, retornaría entonces a su país de origen, donde moriría el 6 de diciembre en el Hospital Bellevue de la ciudad de New York, a los 61 años de edad.
Leadbelly tocando en Nueva York, circa 1940 |
Los diversos homenajes y adaptaciones de las canciones de sus composiciones se sumarían año tras año, era tras era, siendo eternamente versionado por una lista interminable de artistas, y de los más diversos géneros: Brian Wilson, Johnny Cash, Bryan Ferry, Tom Waits, Nat King Cole, Jerry Lee Lewis y Frank Sinatra (con ‘Goodnight, Irene’), Elvis Presley, The Beach Boys, The Pogues, Johnny Cash (con ‘Cotton Fields’), Creedence Clearwater Revival (con ‘Midnight Special’, ‘Cotton Fields’), Pearl Jam (con ‘Yellow Ledbetter’), Nirvana (con ‘Where Did you Sleep Last Night?’), Led Zeppelin (con ‘Gallow’s Pole’), Tom Jones, Nick Cave and the Bad Seeds (con ‘Black Betty’), Little Richard, Johnny Cash (con ‘Rock Island Line’), Eddie Cochran, The White Stripes (con ‘Boll Weevil’) y hasta ABBA (con ‘Pick a Bale of Cotton’)
Según las palabras pronunciadas por Pete Seeger en ocasión de la ceremonia de inducción de Leadbelly de 1988 en el Rock and Roll Hall of Fame, “es uno de los tantos casos de música negra que se hace famosa por gente blanca. Resulta toda una tragedia que Leadbelly no haya vivido seis meses más. De esa forma todos sus deseos como artista se hubieran hecho realidad”.
LA DEUDA ESTÁ SALDADA. Con la edición de “Leadbelly: The Smithsonian Folkways Collection”, la primera caja compilatoria de la obra de Leadbelly y cumpliendo así con una deuda que permanecía pendiente, el pasado mes de marzo el sello Smithsonian/Folkways lanzó este boxset de CDs con las últimas grabaciones registradas en 1948 (hay 16 tomas hasta ahora inéditas), más un libro de 140 páginas; la colección reúne prácticamente la totalidad de la obra registrada por Leadbelly en estudios. A casi siete décadas de su desaparición física, la caja resulta ser la primera obra retrospectiva sobre uno de los músicos más significativos del siglo pasado.
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